martes, 27 de mayo de 2014

Epitafio: la carne de puerco es mala


“Ora hablamos de la cosmogonía micro celular, ora de las moscas que molestan a los cerdos. Esas bestias de producción. Casi siempre son muy útiles. Casi.

Mi lengua escaldada me recuerda a nuestro primer beso. Ese amor entre imaginario y amistoso que nunca logró saciarme.

La primera vez que lo vi supe que era él. Nos encontramos al lado de La Peste, la repostería de mi abuelo. En San Miguel el ambiente aún emanaba rusticidad. Su mirada me confeccionó una camisa blanca que todavía no me ha soltado los brazos. La libertad, dicen, es relativa. Si estás atado a lo que amas entonces no eres libre, pero eres feliz. En cambio si no estás atado a nada puedes no ser feliz, sin embargo libre.

No me quería soltar. Le explicaba cómo y hacía que lo intentaba pero qué va, ni ella ni yo queríamos llegar a un punto. “El espacio lunar estaba atestado de microbios haciéndose pasar por litorales”, me contaba. Esas historias sin cumplir me gustaban. Eran fuertes pero suaves, como ella.

Ora hablamos de la cosmogonía micro celular, ora de las moscas que molestan a los cerdos. Esas bestias de producción. Casi siempre son muy útiles. Casi.
’¿Cuál es el maldito punto?’ Esa pregunta retumbó en mi cabeza toda la semana, decidí llamarlo el efecto corazón delator. Que cuál era el punto… a ver… ¿Existe un punto? ¿Por qué le gustaba encontrar puntos? Nuestra relación era bonita así no más. Sin puntos, ni comas, y a veces sin siquiera palabras, pero quería saber el punto. Nunca la entendí.

Cacho de ropa:
Escucho: “Closh, closh, closh, closh*… ¿Ya viste? Es como la que…”
Me llevan de un lugar a otro: “Así que de esto murieron las dos cerdas… qué lástima, las dos tenían buena carne”.

Al fin decidí ocupar mis conocimientos científicos. Poco desto, poco de lotro. Necesitaba dónde probarlo. “Ya está la comida…”. Verla con ese cuchillo en la mano me recordó cuando mató aquél cochino, con su mirada de fuego, y su sonrisa petrificante.”

Te redacto tal cual me llegó, cerdita.  El remitente se anotó como “El paraíso de tus besos”. Mh… cabe señalar que el animal estaba ya en sus últimas. Lo mataste casi sin matarlo.



*pasos sobre el lodo

                                                 

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