miércoles, 28 de mayo de 2014

(Un cuchillo de cocina… )

Las cuatro paredes color rosa.

(… acostado horizontalmente… )

Sentada, jugando con sus muñecos, vio desde la cama el picaporte girar hacia la derecha.

(… levitando.)

¿Quién es?

(Con el mango negro apuntando hacia la ventana paralela a la puerta).
El color del alma puede verse una sola vez.
Hay cosas cubiertas por cosas.
Y cosas que son ausencia de cosas.

Y personas que combinan esas dos cosas.

martes, 27 de mayo de 2014

Pregunta

¡Pero fíjese, señora!
Ok, me quito la venda invisible que no me deja ver  que traigo puesta desde antes de venir a hablar contigo.
No, mire.
¿Qué voy a mirar? Ha sido igual desde que inició la plática.
Dese cuenta de que… bueno, ¿qué propone usted?
Primero: no me frunzas el seño'. Segundo: tú me estás atendiendo a mí, mal aborto de ballena, y tercero: ¿te han dicho que tu cara es pesada como un iceberg?
¿Y qué vamos a hacer y qué propone y exactamente qué le duele y qué quiere que haga?
Y, y, y, y, y, déjame fruncir el ceño…
¿Qué?
La inteligencia requiere pensar.
Bueno, con su racionalidad suprema ilustre mi pobre mente: ¿qué-puedo-hacer-por usted?
Que tu superior razón te lleve a algún lugar, ¡es todo lo que quiero!
Por Dios, ¿qué hago? Una falla más y mi cartera muere.
Le gusta a usted ser una pestaña en el ojo, ¿verdad?
Y ser molesta, abrupta y transgredir, y sólo quiero mi medicina.
¡Haberlo dicho antes, señora! Para el mal de Noencontrar-respuesta sólo deje de buscarla.


Epitafio: la carne de puerco es mala


“Ora hablamos de la cosmogonía micro celular, ora de las moscas que molestan a los cerdos. Esas bestias de producción. Casi siempre son muy útiles. Casi.

Mi lengua escaldada me recuerda a nuestro primer beso. Ese amor entre imaginario y amistoso que nunca logró saciarme.

La primera vez que lo vi supe que era él. Nos encontramos al lado de La Peste, la repostería de mi abuelo. En San Miguel el ambiente aún emanaba rusticidad. Su mirada me confeccionó una camisa blanca que todavía no me ha soltado los brazos. La libertad, dicen, es relativa. Si estás atado a lo que amas entonces no eres libre, pero eres feliz. En cambio si no estás atado a nada puedes no ser feliz, sin embargo libre.

No me quería soltar. Le explicaba cómo y hacía que lo intentaba pero qué va, ni ella ni yo queríamos llegar a un punto. “El espacio lunar estaba atestado de microbios haciéndose pasar por litorales”, me contaba. Esas historias sin cumplir me gustaban. Eran fuertes pero suaves, como ella.

Ora hablamos de la cosmogonía micro celular, ora de las moscas que molestan a los cerdos. Esas bestias de producción. Casi siempre son muy útiles. Casi.
’¿Cuál es el maldito punto?’ Esa pregunta retumbó en mi cabeza toda la semana, decidí llamarlo el efecto corazón delator. Que cuál era el punto… a ver… ¿Existe un punto? ¿Por qué le gustaba encontrar puntos? Nuestra relación era bonita así no más. Sin puntos, ni comas, y a veces sin siquiera palabras, pero quería saber el punto. Nunca la entendí.

Cacho de ropa:
Escucho: “Closh, closh, closh, closh*… ¿Ya viste? Es como la que…”
Me llevan de un lugar a otro: “Así que de esto murieron las dos cerdas… qué lástima, las dos tenían buena carne”.

Al fin decidí ocupar mis conocimientos científicos. Poco desto, poco de lotro. Necesitaba dónde probarlo. “Ya está la comida…”. Verla con ese cuchillo en la mano me recordó cuando mató aquél cochino, con su mirada de fuego, y su sonrisa petrificante.”

Te redacto tal cual me llegó, cerdita.  El remitente se anotó como “El paraíso de tus besos”. Mh… cabe señalar que el animal estaba ya en sus últimas. Lo mataste casi sin matarlo.



*pasos sobre el lodo

                                                 

viernes, 23 de mayo de 2014

Cielo

 Una membrana translúcida le cubrió lo que era piel. Desarraigado, grita, clama por el lugar del que es extraído con la misma desconsideración con la fue puesto ahí. El humano obligadamente curte.
Ya de pie se encontró con que hacia donde fuera pisaría o tachuelas o pedazos de huesos rotos; maquinalmente corrió todo lo que pudo. A cada paso la membrana se hacía más ancha, haciéndole perder cada vez más la movilidad, hasta que, uniforme y jadeante costra, hizo retumbar el piso.
¿Era su culpa? ¿Por alguna razón se merecía no tener sueños? Todos los demás pasando de un lado a otro, tan cómodos en la mierda, como si no les importara que incluso su enorme sonrisa los hundiera más.
Ya en un charco de lágrimas, y aunque la costra que tenía por cuerpo lo mantenía fijo al piso, la careta se le disolvió al menos al punto de poder abrir los ojos.
Buscando remojarse todo el cuerpo, empezó a tambalearse, s par﷽﷽﷽﷽﷽, cada vez tirando mnota ver cada vez mgr pisaba la mierda, o ni el futuro ni el presente.  LO QUE QUIERE EN VERDAD Y ándosecomo cochinilla invertida, y así logró ver cada vez más el piso, ¡veía el piso!, casi ningún pie siquiera se acercaba al suelo. Se dio cuenta de que nunca lo notó por ir sufriendo y pensando en las tachuelas y demás mierdas.

Se harta y rompe. No va a aceptar más peso innecesario. Da un salto y aunque el sol deslumbra da un paso tras de otro. Comienza a trotar y va acelerando sin concentrarse mucho. Descubre que puede y corre más y más, y pasa por encima de lagos y depresiones, y se eleva, y llega a su primer nube: se deja empapar, se ama bautizado del agua que merecidamente bebe, es uno con su éxito, es uno consigo, puede morir ahora porque probó el más allá.

Así que se casó con; es una nube: a través de sí camina opulentamente entre su propio logro, con anillos y cadenas esponjosas, cómodas, el confort recordándole que pudo. Arraigado, se grita, clama haberlo hecho bien.



miércoles, 21 de mayo de 2014

Todos los monstruos son humanos o Las estrellas brillan

Ves a las estrellas resplandecer: tu perspectiva está en su cima. Cuando entiendes la vida y su consiguiente; la esencia de la misma es pura belleza.  Llegaste a donde siempre has querido. No hay nada más que hacer porque todo está hecho. Saciedad eufórica. Te puedes morir en este instante.

(Se hicieron unas explosiones con dinamita en ciertas regiones del planeta. México, ya saben cómo son los gobernantes que se ponen, dijo ‘Sí, van, háganlo aquí’, y pusieron la isla G.
 Es más importante el “progreso” que la humanidad, al parecer ¾dijo el filósofo.
 —Amarillismo. Matar unos cuantos gusanos es nada en comparación con haber podido conocer las capas de la tierra repuso el científico.
 Y el petróleo amarillo secundó el político.

Todos los monstruos son humanos).

Despiertas. Ni siquiera blanco, más bien te hayas en luminosidad, claridad. Te levantas. Inspeccionas en un giro de trescientos sesenta grados: nada. Corres hacia donde puedes con la esperanza de chocar en algún punto; sigues hasta que te cansas. Tus piernas pierden resistencia y caes de rodillas. Gritas, gritas, te desgarras la garganta intentando algo que ni siquiera sabes qué. Te incorporas sollozando y das un paso. Te suben los órganos a la cabeza, el vértigo es insoportable. Tu pie logra tocar el piso y entras en shock. Tu cara pasmada y con la boca abierta, el labio superior en forma de eme y la nariz arrugada. Asco y miedo en la nada. Das otro paso pero aún no hay piso, por lo que azotas. Crac: tienes un hoyo en la cabeza.

Despiertas y regresan los gritos entre llanto. Odias existir. Te levantas. A la altura de tu cara, uno tras otro, horizontalmente y separados por unos 30 centímetros, hay retratos con marcos dorados. Con la misma cara del párrafo anterior, corres hacia ellos: a cada paso se alejan lo mismo. Les gritas todo lo que te puedes imaginar, pero son cuadros. Una vieja te mete el pie y caes de cara; apresuradísimo volteas a ver que no está. Te incorporas abriendo los ojos; ahora tienes uno de los cuadros a más o menos diez centímetros de tu nariz. Dos pasos hacia atrás. Si aún cabe, la peor situación en la que podrías estar se adueña de tu interior. Cuentan una historia: escenas secuenciales avanzando mientras  vas caminando hacia la derecha –no te das cuenta, pero la misma expresión sigue en tu cara–. Tu familia. Recuerdas el infierno de Dante, sigues caminando. Tu pareja, tus cercanos. Te aprisionan recuerdos de fotos del holocausto. Las escenas más explicitas que has leído y visto. Los adornos dorados, tal vez renacentistas, narran, o, mejor dicho, describen una historia: